La salud es un
bien muy preciado para todos nosotros, aunque algunas veces, sólo nos acordamos
de ella, cuando nos falta, cuando nos debilitamos, nos sentimos mal o, cuando vemos
sufrir a algún familiar o amigo.
Aunque en la
propia Ley de Igualdad, LO 03/07 de 22 de marzo, ya contempla incluir
sistemáticamente la variable de sexo en las estadísticas, encuestas, etc., para
poder disponer de datos que mejoren distintos ámbitos de la mujer, incluidos
los servicios sanitarios, de forma que se puedan promover iniciativas de
promoción, protección y mejora de la salud. La realidad, no parece ser tal,..
Hace un par de días saltaba una noticia sobre un estudio realizado por “The Lancet”, que señala que “podrían evitarse 1,5 millones de muertes con prevención y, otras 800.000 si todas las mujeres tuvieran acceso a una atención óptima”.
En este caso,
estamos hablando de cáncer de mama y de útero, pero podría trasladarse a otro
tipo de enfermedades.
Según la
comisión que ha realizado el estudio: “Hay estudios que reportan que las
mujeres son diagnosticadas en etapas más avanzadas que los hombres en cáncer
colorrectal, cáncer de vejiga y cáncer del tracto urinario”. “También se han
señalado tiempos más largos entre la presentación al médico y el diagnóstico
final para mujeres en comparación con hombres para diversos tipos de cáncer:
pulmón, colorrectal, de vejiga, páncreas y urotelial [de vejiga]”.
Seguramente,
hemos oído hablar de diversas campañas de concienciación social para evitar o
prevenir el cáncer de mama y de útero. En Madrid, salió un autobús rosa para recordar
la importancia de un diagnóstico precoz, esencial para combatir el cáncer de mama.
La idea es
buena, no cabe duda. Es importante ser conscientes y hacernos revisiones
periódicas para prevenir cualquier tipo de enfermedad. Ahora bien, tengo 43
años. Este año, 2023, ha sido la primera vez que me han dado cita con una
comadrona para hacerme una citología en un centro público. Nunca me han hecho
una mamografía, ni una ecografía, ni nada,… No soy madre, con lo que tampoco ha
debido existir esa necesidad según los servicios de salud,… Afortunadamente,
soy consciente de la necesidad de hacerme chequeos periódicos, a ser posible,
una vez al año, por lo que, de manera privada, sí que me los he hecho, pero,
¿cuánta gente se puede permitir pagar un médico privado para hacerse una revisión
periódica para prevenir una de las enfermedades que más mortandad generan? La
idea de la campaña preventiva es buena, pero quizá no lo es tanto que esté
limitado a mujeres de entre 50 y 69 años,.. ¿Quizá alguien de tu círculo más
íntimo ha tenido cáncer de mama con menos de 50 años? Quizá.
Los datos son
importantes, los datos nos proporcionan mucha información, pero hay que usarlos
en nuestro provecho. La salud no es un tema político, ni económico y tampoco de
género. Nuestro cuerpo dispone de muchas herramientas para ser saludables a
diario, pero también nos proporciona diferencias: el sexo, la edad, el peso, la
altura, a qué reaccionas y cómo lo haces, etc. Variables, variables a tener en
cuenta.
¿Le darías el
mismo tratamiento a un hombre, bajito, rubio, de ojos azules, piel oscura, de
veinte años con una mujer, alta, delgada, pelirroja, de ojos oscuros y rasgados
y de sesenta años? Hablamos de ciertos rasgos, únicamente físicos, que, en
principio, parecen irrelevantes, pero ¿no te parecen esas dos personas
suficientemente diferentes como para darles la misma medicación y con la misma
dosis?
De acuerdo con
el artículo publicado en El País con el que hemos abierto esta reflexión, “en
el trabajo de investigación que realizamos, la mayor parte de los datos
disponibles utilizaban sexo y género de forma intercambiable, por lo general de
forma binaria: masculino o femenino”. “Por ejemplo, cuando hacemos estudios y
en los modelos usamos ratoncitos”, señala en conversación telefónica. “Muchas
veces los autores no se fijan en algo tan sencillo como especificar si son ratoncitos
o ratoncitas. Y esto tiene un impacto muy importante. Hay diferencias en cómo
afecta cada droga según el sexo”.
¿Por qué algo
como el sexo de una persona no se trata en el campo de la investigación como
algo a tener en cuenta? ¿Por qué no es importante?
Quizá aquí
habría que volver la vista un poco atrás..
La primera mujer
doctora del mundo se llamaba Elizabeth Blackwell, nació en 1821, consiguió
graduarse en 1849 y fundó un hospital para el tratamiento de enfermedades de la
mujer en 1889. Hasta la fecha, no existía ninguno…
En 1915, tras
estallar la Primera Guerra Mundial, se creó el primer hospital con todo el
personal femenino. Una vez que acabó la contienda, las mandaron a casa.
Durante la
historia, el cuerpo del hombre se consideraba como la norma o referente del
cuerpo humano. En cambio, el cuerpo de la mujer era una variante, y, a lo largo
de los siglos XIX y XX, gradualmente se veía como un cuerpo patológico,
sus funciones reproductivas lo hacían proclive a las enfermedades corporales
y mentales y, por tanto, cada vez más susceptible de intervención médica y
científica.
La especialidad
ginecológica, tanto o más que la psiquiatría, se encargó de definir y tratar
buena parte de trastornos de las mujeres.
Según Statista, España
cuenta, hoy en día, con un 51,6% de doctoras frente a Letonia, con un 74,3% o,
Japón, con un 20,3%. En, relativamente, pocos años, se ha incrementado el
número de mujeres considerablemente a nivel mundial y la visión que se tiene de
la mujer en el mundo sanitario es muy distinta a aquéllos que nos veían como
seres patológicos. Sin embargo, pequeños actos como incluir el sexo en los
estudios de investigación pueden cambiar formas de prevención y de tratamiento
de enfermedades. Igual que hoy en día nos parece normal tener una doctora, se
lo parecerá a los científicos introducir variables diferentes en sus estudios 😊.
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